Padre primerizo. Cero experiencia. ¿Cómo hacés para dominar una bestia de no más de un metro de altura y 15 kilos de pura potencia? Si la abuela estuviera cerca quizás diría dejalo ser al bebé. Las madres, en algún punto de este dilema, gozan viéndote atado de pies y manos y sufriendo. Dicen por ahí, es la venganza reencarnada en el amor a primera vista de tu propia sangre. "Vos eras peor", siempre defenderá al nieto tu vieja. Siempre. No habrá nadie peor que vos. Jamás. La herencia es más pura aún.

Entonces, el tiempo pasará, las arrugas serán parte de tu mapa facial y vos, ya con varios años sobre el lomo, repetirás las fórmula. Le dirás a quien hasta hace un par de décadas atrás era tu pesadilla más dulce, el que te pisaba la cabeza dormido, la que te gritaba en el oído, ¡¡¡papá!!!; y el que te zumbaba los labios diciéndote ¡¡¡Api!!!, Aguantátela. Punto. Esa será nuestra sabrosa vendetta y de la que todos, seamos como seamos, cercanos o distantes, queremos gozar de cerca. Compartir cada segundo de lo que tu legado está escribiendo en el mundo. Un hijo significa en el 99% de los casos lo mejor que pudiste dejar en esta tierra. Habrá que educarlo, sí; enseñarle a ser buena persona, educado, nunca garca, siempre trasparente. Que el día de mañana diga, "todo que soy es gracias a mis papás", será el pago por todas esas noches donde pensaste en tirarlo por la ventana pero no pudiste hacerlo porque la reja no te dejaba.